El proceso del teñido natural se basa en colores sacados de la vegetación y de los minerales presentes en la naturaleza, según las técnicas indígenas que se han traspasado por generaciones. Escondidos en la corteza, las hojas, raíces y a veces las flores, se encuentran colores que, luego de ser hervidos, penetran la lana para no salir más.
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Origen de Colores
El teñido natural
El proceso del teñido natural se basa en las técnicas ancestrales de la cultura mapuche y que fueron traspasadas de generación en generación. Originando colores obtenidos del entorno natural donde viven las tejedoras, cuya vegetación está ligada a sus flores, frutos, cortezas, hojas y raíces, como también minerales o tierras, que luego de ser hervidos, penetran la lana para no salir jamás.
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Esa es la ventaja del teñido natural: es eterno y único. Para teñir hay que hervir durante una hora como mínimo el vegetal escogido, que luego se deja en remojo. Posteriormente, al extraer el agua, se coloca la lana y se pone a calentar nuevamente unos minutos más para afirmar el color – en ocasiones el proceso puede tomar más de dos días. Finalmente se lava bien la lana hasta que el agua sea transparente. Para evitar que se destiña la lana se usan los «mordientes»: entre los más habituales está la sal y la piedra lumbre, pero antiguamente las mujeres mapuche usaban su propia orina y la ceniza u hollín que quedaba en el techo de las ruka.
Algunos ejemplos, La Flor del Matico da un amarillo que no se destiñe y si se usa Michay, el color puede perderse. El Notro florecido tiñe anarajando. Las hojas del Maqui mezcladas con flores de Chilco dan un tono morado. Para obtener el color café, por ejemplo se usa la cáscara de cebolla, Barba de Palo o la raíz del Michay. El rojo intenso natural es difícil de encontrar en la actualidad, ya que las especies que lo proveían no están presentes en el territorio: el Tineo/raíces de Relbún.